viernes, diciembre 7

Colombina

(Aclaración: Ella NO es Colombina, aunque se llame Colomba. No se sienta obligado a imaginarla cuando el narrador hable de Colombina)

Me encontraba encerrado en una de esas típicas tardes primaverales de Noviembre, han de haber sido las 7 de la tarde o por ahí, cuando me separé de mis amigos e iba de vuelta a mi casa. Mi casa estaba (y sigue estando) ubicada en la comuna de Ñuñohue, en los alrededores de la plaza que lleva el mismo nombre, lugar en que los atardeceres primaverales son realmente gratos y frescos, pero teniendo siempre el arrullador sonido del tráfico en la hora punta que los distancia de ser melosos.
Bueno, como iba diciendo, me separé de mis amigos justamente en la Plaza Ñuñohue masomenos a las 7 de la tarde para encaminarme a mi hogar, por el camino acostumbrado. Ya avanzadas unas cuadras, doblé una esquina y la vi. Iba con un andar tranquilo y ligero, escuchando música con su Walkman.

Y bajo sus pies ligeros se desliza hacia atrás el mundo, y los pétalos morados inevitablemente la siguen, se deslizan a sus lados. Bajo su cuerpo los pétalos morados y bajo los pétalos morados el planeta. Ante su figura se distribuyen las calles, se derraman teniéndola a ella como referencia primordial, en base a ella se esparcen como redes, mientras ella continúa su andar despreocupado, haciendo girar en dirección opuesta al mundo que bajo sus pies existe, de sus pies para abajo, girando opuestamente a su andar, haciéndola avanzar, haciendo ella que éste se deslice en reversa.

Cuando pasó a mi lado, tras haber sentido su aroma, me acerqué a ella y, sin pensarlo, le pregunté su nombre (cómo adorarla sin conocer el sonido con el que ella misma se conocía). “Colombina”, me respondió, y su voz penetró mis oídos no como una tiernucha voz de miel y rozas (que era lo que yo esperaba), sino con el exacto timbre de un diapasón (no me pregunten en qué tono estará afinado el diapasón, pues no soy músico y comienzo a temer que jamás lo seré, sólo sé que su voz era exactamente como la de un diapasón). Bueno, pero la cosa es que se llamaba Colombina y seguía caminando, ahora a mi lado -mas bien, yo a su lado-, pero sin prestarme la mayor atención. “¿Hacia dónde vas?” le pregunté (para saber así hacia donde iba yo), “Sólo sígueme” fue todo lo que me dijo.

Comenzamos a escurrirnos por entre las pequeñas callecitas Ñuñohuinas, no las principales arterias, sino esas características callecillas algo sombrías, llenas de árboles antiguos y con las veredas cubiertas de hojas secas. Como ya se ha dicho, las calles se esparcían teniendo a Colombina como referencia, se organizaban en torno a ella, y es por esto -pienso yo- que ella lograba ubicarse tan bien (pues es bastante fácil desorientarse entre todas esas pequeñas callecitas, con nombres de desconocidos poetas autóctonos). Por fin, llegamos a una esquina en que estaba estacionado un auto muy antiguo, y la casa de la esquina -mas bien un garage- estaba abierta. “Ven” me dijo Colombina, precipitándose al interior del Garage.

Dentro el aire estaba cargado de olor a vino tinto (no de ese que viene en botella, no, de ninguna manera) y a tabaco, y había unas cinco o seis personas charlando en un círculo. Colombina se acerca al círculo y yo me acerco detrás, como una suerte de anfitrión, charla a viva voz el famoso pintor Michael Edwards. Con sorpresa (uno no espera encontrarse con tan buen pintor en un antro así, perdido entre los poetas desconocidos de Ñuñohue), miré las paredes y descubrí que esa era, nada mas ni nada menos, una exposición de las obras del sr. Edwards, al parecer gratuita y abierta.

Hablando cada vez mas alto, tiñendo con sonoras carcajadas la conversación, Michael Edwards y sus contertulios comienzan a elevarse, subiendo y subiendo por el cielo (a estas alturas me percato de que hay un enorme agujero en el techo de la sala). Con temor abracé a Colombina, temiendo que ella también se eleve, con un temor por la propia vida, un pánico desde lo mas profundo, temiendo yo que ella se vaya, quedarme aquí, en un mundo que ya no gire, sabiendo que el cielo posee lo único valedero en esta vida. Pero no, Colombina no se eleva, Colombina se queda aquí conmigo, en la tierra. Me miró y me besó, nos besamos. Nos amamos (o quizás, mas bien, yo la amo, de cualquier forma me da igual, nos besamos y Colombina existe, eso basta). Colombina se recuesta, canturrea, me mira, los pétalos morados no han dejado de seguirla (de seguirnos), siempre rodeada de pétalos morados, Colombina duerme y yo sencillamente sonrío.

14 comentarios:

Alejo dijo...

Que freak tu encuentro.
Típico que cuando vas caminando por la calle te encuentras con minas que no paras de mirar... y claro, como que su escencia hace que la persigas, las encuentres, les hables y te enamores.

Tierna narración, me gustó.

Saludos.

yafi yofer dijo...

Amor primaveral ensoñador.
Me gusta,

Zaludorrssss.

Jaime Ceresa® dijo...

Te enamoraste gitano???
Está simpática la historia..acaramelada diría yo.-

Bajo el riesgo queme mandes una patada en la raja...está guapa la chica de la foto.-

Cuídate.-

Anónimo dijo...

es extraño



si si




(L)

Anónimo dijo...

aunq me envolvio me fasino y me divirtio ...

Anónimo dijo...

jajaja. a mi en verdad no me gustan las cosas que haz escrito, pero debo admitir que este cuento tiene algo xD. se lo voy a mostrar a la colombita XD!. yachao.

mepaséunrollo dijo...

E imaginar cómo se desliza el suelo bajo sus pies. Cómo todo se arma y se desarma en pos de ella. Sólo de ella. La única.
Me encantó.
Me encantó.
Me encantó.
Si un día dejas de escribir, voy a tu casa a empujarte a un tintero de dimensiones colosales. ¬¬

Catalina dijo...

uuhhh.. brigido...

wenisimo gitano...

me encanto...

que tiene de real?
eh?
y por que subes una foto de colomba?..
O.O!! eh eh?!!??

Laurens! dijo...

osea que colombina es como la nave espacial de planet express (la empresa de futurama), no se si viste ese capitulo peor la nave podia navegar mas rapido qeu la luz por que no se movia, hacia que la tierra se moviera.
como para darle un tono mas inutil al cuento.


en todo caso me gusto me gusto

mirlo dijo...

jeje ta weno weno , ayer vi a la colomba (anexando comentario a la foto) tal vez seamos compañeras en la u .... oooooooooooooo ojalá !!!


besos niño te quero

mirlo dijo...

esa cosa de los parentesis me parece tan familiar jejee como si fuera mio :)

Anónimo dijo...

posteame.. o blogeame
o seascosas ...
o ambas
mira vos

M. dijo...

lo lei hasta la mitad, xq tengo q ir a gacer como q trabajo, pero en todo caso lo que lei me gusto

una mujer rodeada d epetalos morados.. facinante

saludos

M.

Anónimo dijo...

jajajaja
tengo un poco de risaa
casi estoy alagada
jajaja
jajaja

aunque no me favorece mucho la foto es extraño que alguien ke no conozco casi nada en verdad nadaa la suba me da mucha risa...

muy bonito el cuento
COLOMBINA